domingo, 10 de junio de 2018

Atletismo y música

Ante la pregunta de ¿Para qué sirve el atletismo? hay múltiples respuestas: Escuela de vida, formación en valores, cultura del esfuerzo, amistad y compañerismo, salud, apoyo emocional, etc. Hoy traigo una respuesta adicional: catalizador creativo.

He leido el ejemplo del artista Bob Seger que creó una canción pensando en el atletismo que practicó de joven, en la modalidad de cros, y habla de cuando uno no se quiere resignar ante las adversidades a las que nos enfrenta la vida, sino que lucha y lucha por seguir adelante. Esa canción es "Against the wind", vale la pena conocerla.

La letra habla de un amor de juventud, más tarde perdido, las falsas amistades, las dificultades propias de la vida, las deudas, comisiones. Igual que cuando corres contra el viento, luchando o buscando refugio. Supervivencia en estado puro, rendirse nunca.

Para disfrutarla:



Letra OriginalLetra Traducida
It seems like yesterday
But it was long ago
Janey was lovely she was the queen of my nights
There in the darkness with the radio playing low,
And the secrets that we shared
The mountains that we moved
Caught like a wildfire out of control

'Til there was nothing left to burn and nothing left to prove
And I remember what she said to me
How she swore that it never would end
I remember how she held me oh-so-tight
Wish I didn't know now what I didn't know then

Against the wind
We were runnin' against the wind
We were young and strong, we were runnin' against the wind

The years rolled slowly past
And I found myself alone
Surrounded by strangers I thought were my friends
I found myself further and further from my home, and I
Guess I lost my way
There were oh-so-many roads
I was living to run and running to live
Never worried about paying or even how much I owed
Moving eight miles a minute for months at a time
Breaking all of the rules that would bend

I began to find myself searching
Searching for shelter again and again

Against the wind
A little something against the wind
I found myself seeking shelter against the wind

Well those drifter's days are past me now
I've got so much more to think about
Deadlines and commitments
What to leave in, what to leave out

Against the wind
I'm still runnin' against the wind
I'm older now but still runnin' against the wind
Well I'm older now and still runnin'

Against the wind
Against the wind
Against the wind

Still runnin' (against the wind)
I'm still runnin' against the wind
(Against the wind) I'm still runnin'
(Against the wind)
I'm still runnin' against the wind
(Against the wind) still runnin'
(Against the wind)runnin' against the wind, runnin' against the wind
(Against the wind) see the young man run
(Against the wind) watch the young man run
(Against the wind) watch the young man runnin'
(Against the wind) he'll be runnin' against the wind
(Against the wind) let the cowboys ride
(Against the wind) aah
(Against the wind) let the cowboys ride
(Against the wind) they'll be ridin' against the wind
(Against the wind) against the wind
(Against the wind) ridin' against the wind
Parece como si fuera ayer
pero hace mucho tiempo
Janey era encantadora, era la reina de mis noches,
allí en la oscuridad con la radio sonando bajo
y los secretos que compartimos,
las montañas que movimos,
atrapados como un fuego salvaje fuera de control,

hasta que ya no había dejado nada para quemar y nada (que) probar.
Y recuerdo lo que ella me dijo,
cómo me juró que aquello nunca terminaría.
Yo recuerdo cómo me abrazaba tan fuerte,
Deseo no haber sabido ahora lo que no sabía entonces.

Contra el viento
estuvimos corriendo contra el viento
Éramos fuertes y jóvenes, estábamos corriendo contra el viento.

Los años pasaron lentamente
y me encontré solo,
rodeado de extraños (que) yo pensaba (que) eran mis amigos
Me encuentro cada día más y más lejos de mi hogar y yo
creo (que) perdí mi camino.
Había Oh tantos senderos
Yo vivía para correr y corría para vivir
nunca preocupado por pagar o tan sólo por cuanto debía
moviéndome (a) ocho millas por minuto durante meses enteros,
rompiendo todas las reglas que se pudiera doblegar

Empecé a encontrarme buscando
buscando refugio una y otra (vez)

Contra el viento
solo un poquito en contra del viento
me encontré buscando refugio contra el viento

Bien, esos días a la deriva han pasado para mí
tengo mucho más por lo que pensar,
plazos y comisiones,
qué dejar, qué tomar

Contra el viento
todavía estoy corriendo contra el viento
Ahora soy más viejo pero todavía estoy corriendo contra el viento
Bien ahora soy más viejo pero todavía estoy corriendo

Contra el viento
Contra el viento,
Contra el viento

Todavía corriendo (Contra el viento)
Todavía esto corriendo en contra del viento
(Contra el viento)Todavía estoy corriendo
(Contra el viento
Todavía estoy corriendo contra el viento
(Contra el viento) Todavía corriendo
(Contra el viento) corriendo contra el viento, corriendo contra el viento
(Contra el viento) ve al joven correr
(Contra el viento) mira al joven correr
(Contra el viento) mira al joven corriendo
(Contra el viento) él estará corriendo contra el viento
(Contra el viento) dejad a los vaqueros cabalgar
(Contra el viento) aah
(Contra el viento) dejad a los vaqueros cabalgar
(Contra el viento) ellos estarán cabalgando contra el viento
(Contra el viento) contra el viento
(Contra el viento) cabalgando contra el viento

Atletismo como instrucción y apoyo

El atletismo es una forma fantástica de instruir a los niños en algunos aspectos importantes para la vida, por ejemplo:
  • Mens sana in corpore sano. Gracias al atletismo podremos mantener una buena salud, lo que repercutirá en una mejor formación intelectual.
  • Cultura del esfuerzo. El atleta llega rapidamente a la conclusión de que a mayor esfuerzo, mejores resultados. Nadie va a hacer el trabajo por ti.
  • Autoorganización, para poder compaginar estudios y deporte
  • Amistad y compañerismo
  • etc

De todos modos estos aspectos que se aprenden con la práctica diaria del deporte, no solo sirven para formarse como persona y para aprovecharla durante la corta vida deportiva o competitiva del atleta. A raiz de la lectura de una interesante articulo de Miguel Calvo sobre los primeros éxitos deportivos del atletismo español a nivel internacional (Sobre el Volcán) me surge la reflexión del atletismo como apoyo en los momentos duros de la vida. Josep Marín fue unos de los pioneros de los grandes atletas con éxitos internacionales en la modalidad de marcha. En el artículo mencionado Josep Marín desde Lanzarote, donde a sus 68 años está en la víspera de participar en uno de los Ironman más prestigiosos del mundo, comenta "hay veces que uno necesita refugiarse, y qué refugio conozco yo mejor que el deporte". El deporte ha vuelto a ser su gran válvula de escape tras el fallecimiento de su mujer hace ya cuatro años.

Me ha impactado que el deporte que has practicado en tu juventud como formación de vida, como actividad motivadora, como persecución de sueños, puede servir a lo largo del resto de la vida como válvula de escape, como herramienta a la que aferrarse en los momentos duros que siempre nos puede deparar la vida. Atletismo, escuela de vida.

En el artículo de Miguel Calvo hay anecdotas muy interesantes sobre las vivencias de estos primeros atletas que consiguieron éxitos internacionales (Llopart y Marín):

- Entrenamiento en altura, primero en Mexico DF y luego en el parador del Teide. Semanas enteras en las que no había otra cosa que entrenar comer y dormir, noches eternas con paisajes increibles como el Teide y las estrellas pero que se tornaban aburridos después de muchas noches viendo lo mismo y en las que incluso les cortaban la luz.
- Dormir en la cabina de los mecánicos del teleférico para dormir a mayor altura y generar mas glóbulos rojos, por falta de oxigeno.
- Entrenos improvisados, los dias de viento, en el comedor del parador.
- Otros tiempos, mismos sueños.

Si os gusta la historia del atletismo, no dejeis de leer el artículo completo Sobre el Volcán


Transcripción artículo de la rfea (por si lo borran)
viernes, 01 de junio de 2018 ENTREVISTA WEB 25/2018
Jordi Llopart y Josep Marín, un viaje a los orígenes de los primeros grandes éxitos internacionales del atletismo español.
Sobre el volcán

Por : Miguel Calvo

Hace 40 años, en la última parte de la década de los setenta, la gran revolución de la marcha española que iba a colocar a nuestro atletismo en la primera línea del panorama internacional ya llevaba tiempo cocinándose a fuego lento, aunque aún todo estaba por inventar.

"Recuerdo una anécdota de cuando llegamos a Praga para competir en el Campeonato de Europa de 1978 - nos cuenta por teléfono Jordi Llopart a sus 66 años recién cumplidos -. Nada más salir del aeropuerto, mientras nos dirigíamos al centro deportivo, oímos a unos compañeros que decían: "Bueno, hemos venido de vacaciones", y Josep Marín y yo nos dábamos en el codo mientras nos decíamos: "Sí, sí. De vacaciones… Ya verás, nosotros venimos aquí a dar el do de pecho".

"En aquel europeo, a los atletas nos alojaron en unos módulos prefabricados - nos cuenta Josep Marín desde Lanzarote, donde a sus 68 años nos atiende en la víspera de participar en uno de los Ironman más prestigiosos del mundo-. Se trataba de una especie de barracones en los que se distribuyeron a las distintas selecciones y, delante de cada puerta, había una tablilla con las medallas que cada país había ganado en las grandes competiciones internacionales, es decir, en Juegos Olímpicos y Campeonatos de Europa, porque por aquel entonces aún no se habían comenzado a disputar Campeonatos del Mundo. Cada vez que entrábamos y salíamos el cartel nos recordaba que éramos el único país europeo que nunca había conseguido ninguna medalla en ninguna competición".

Pero el cambio fue tan grande que, en muy poco tiempo (España tan solo había comenzado a participar desde 1973 en las semifinales de la Copa Lugano, antecesora de la actual Copa del Mundo), gracias a dos figuras capitales de la historia del deporte español como los propios Llopart y Marín, la marcha abrió el camino de los grandes éxitos internacionales al atletismo español: en aquel verano de 1978 en Praga, Jordi Llopart consiguió la primera gran victoria internacional de nuestro atletismo con su oro en los 50 kilómetros (Marín fue quinto en la distancia de 20 kilómetros); en 1979, en Serrahima, Marín consiguió los primeros récords mundiales del atletismo español en dos horas en pista y 30.000 metros, seguido muy de cerca por el propio Llopart con las segundas mejores marcas mundiales de siempre; en 1980 Llopart ganó la primera medalla olímpica de nuestro atletismo con su plata en los 50 kilómetros de Moscú (Marín fue quinto y sexto en 20 y 50 kilómetros respectivamente); y el círculo iniciático, repleto de portadas y grandes récords, se cerró en Helsinki 1983 con la primera medalla de España en un Campeonato del Mundo de Atletismo gracias a la plata de Marín en 50 kilómetros (también fue cuarto en los 20 kilómetros).

En definitiva, un nuevo horizonte en el que inventar un futuro sin límites ni fronteras, siempre con la marcha como pionera abriendo el palmarés español en cada gran competición.

"Cuando Jordi ganó en Praga, todos vimos que podíamos hacerlo - apunta Marín -. Porque lo que cuesta es romper el hielo, ser los primeros. Pasar de ni siquiera fijarte en el resto, porque piensas que son otra historia, a verlos como un igual. Y a nosotros nos tocó estar ahí, pero simplemente como otros que antes marcaron el camino como Mariano Haro, Tomás Barris y tantos otros grandes atletas, sin los que nunca hubiésemos conseguido llegar hasta ese punto".

"Tradicionalmente - describe Jordi Llopart -, en España la marcha atlética había sido siempre territorio de Cataluña, con el origen situado en la llegada de los hermanos Charlot desde Francia. A partir de ahí, por cercanía, se fueron uniendo marchadores en Aragón, País Vasco, Valencia, etc... Pero siempre de forma muy residual, con apariciones en grandes campeonatos de forma muy esporádica (como Luis Meléndez en los Juegos Olímpicos de Amberes 1930, Enrique Villaplana en 1948 o José Ribas en Roma 1960) y con un lapsus de tiempo bastante largo hasta los años setenta y la irrupción de nuestra generación con Agustín Jorba, Víctor Campos y todos los nombres que empezamos a definir un equipo mucho más profundo".

Más allá de la aparición de dos grandes talentos irrepetibles como Llopart y Marín, desde ese momento la marcha se convirtió en una parte principal del alma del atletismo español que ha llegado hasta nuestros días como una de nuestras mejores tradiciones atléticas. Pero, ¿qué razones se encuentran detrás de aquella gran explosión inicial?

"En el centro de todo debemos de destacar la figura de Eduard Garcés - recuerda Josep Marín -. Dentro de la Real Federación Española de Atletismo, Garcés cogió la Comisión Nacional de Marcha y rápidamente luchó por convertirla en una prueba más de nuestro atletismo, igualada al resto de las pruebas gracias a su inclusión en la liga nacional, la posibilidad de ir a grandes campeonatos y el poder optar a becas".

"Garcés estaba convencido de que la única manera de progresar era competir con los mejores - continúa Marín -, y desde 1973 consiguió que participáramos en las eliminatorias de la antigua Copa del Mundo (Copa Lugano), que por aquel entonces no era una final directa como ahora y desde ahí fuimos evolucionando poco a poco hasta que, con el paso de los años, fuimos capaces primero de clasificarnos para la final y después llegar a ganar la competición por equipos".

"Y no solo con eso - termina de repasar el subcampeón mundial en 1983 -, coincidió con una época en la que los mexicanos eran los mejores del mundo y en distintas etapas pasaban por Barcelona. Al frente estaba Jerzy Heusleber, el padre de la marcha mexicana, y a través de él surgió una gran amistad y un intercambio dentro del cual Jordi Llopart pudo irse a México con ellos y ver cómo entrenaban allí. Nada más regresar, batió el récord nacional en los 50 kilómetros del Campeonato de España de 1978 que se disputó en Reus, y tras esa hazaña nos fuimos ya los dos a México para preparar el Campeonato de Europa de Praga. Ahí se produjo el cambio de inflexión que iba a cambiarlo todo".

"Técnicamente, aquellos viajes supusieron un cambio radical - sigue contando Jordi Llopart -. Hasta ese momento, habíamos adoptado la marcha centroeuropea que había llevado al alemán Bernd Kannenberg a proclamarse campeón olímpico en 1972, mucho más dura y similar al gesto de caminar rápido, con la pierna pasando recta por la vertical. Pero en México el profesor Hausleber nos aleccionó en una marcha mucho más flexible y, gracias a la posibilidad de poder entrenar con grandes campeones olímpicos y plusmarquistas mundiales como Daniel Bautista, Domingo Colín o Raúl González, les fuimos copiando y aprendimos a marchar con mucha más movilidad en todas las articulaciones y con mucha hiperextensión de las piernas a la hora del bloqueo".

"Un cambio tan grande - continúa Llopart -, que tenías que tener mucha elasticidad y para lo que empezamos a practicar mucha natación, a experimentar con el tema del agua caliente, el agua fría, los contrastes… Unas experiencias que no habíamos tenido nunca y que hacían que la musculatura y los tendones dieran mucho más de sí y pudiéramos tener una marcha más económica, elegante y elástica".

José Marín y Jordi Llopart, con Agustín Jorbà en el centro, en el Campeonato de España de 50km marcha de 1978 celebrado en Reus"Ese fue el gran qué: la suerte que tuvimos en poder integrarnos en su grupo de trabajo y entrenar con ellos- afirma Marín -. Si hubiéramos ido allí y simplemente nos hubiesen dado una charla o un consejo, nunca habríamos evolucionado igual, pero el poder entrenar día a día con ellos y convivir en las mismas habitaciones hace que tu mismo te vayas creyendo que no hay una diferencia tan notable y que, a medida que vas aprendiendo, comiences a pensar que si ellos lo han podido conseguir por qué tu no".

"Además, dentro de toda la revolución que supusieron para nosotros esas concentraciones, el hecho de incorporar la altitud como un elemento fundamental del entrenamiento fue un elemento clave que aprendimos desde ese momento y que luego tanto desarrollamos", apunta Jordi Llopart.

"Durante el día a día - continúa el subcampeón olímpico en Moscú -, estábamos alojados en el CDOM (Centro Deportivo Olímpico Mexicano) de México D.F., a 2.500 metros sobre el nivel del mar. Desde allí, hacíamos entrenamientos y concentraciones en los volcanes de Popocatépetl, Nevado de Toluca o Iztaccíhuatl, con travesías desde 3.000 hasta 4.500 metros sobre ceniza volcánica. Subir y bajar. Subir y bajar. Un trabajo enorme. Y después nos desplazábamos para entrenar a nivel del mar y notar las diferencias de las bajadas de altura y lo que producían: destruir un poco de glóbulos para poder volver a generarlos".

Desde México nuestros marchadores volvieron para ir directos a Praga y, tanto el triunfo europeo de Llopart como el gran resultado de Marín, pusieron de manifiesto el éxito de la experiencia vivida, marcando el nuevo rumbo de la marcha y el atletismo español.

Maravillados por los conocimientos adquiridos, la Comisión Nacional de Marcha rápidamente se puso a buscar opciones para emular en nuestro país las condiciones mexicanas y, tras descartar Sierra Nevada por la climatología, el Parador Nacional de las Cañadas del Teide en la isla de Tenerife se constituyó como el nuevo cuartel general de Llopart y Marín.

"Era el lugar perfecto para un régimen de vida absolutamente espartano, absolutamente enfocado al entrenamiento donde, salvo entrenar, comer y dormir, no había nada más que poder hacer", recuerda Josep Marín.

"Un lugar fantástico, pero en medio de la soledad más absoluta - continúa Marín -. Por las noches, nos quedábamos solos Jordi Llopart, su padre Moisés y yo en el Parador, cada uno en nuestra habitación, e incluso cortaban la luz. Abrías la ventana y en medio de la oscuridad veías frente a ti todo el Teide, iluminado por miles de estrellas. Un escenario tan precioso como aburrido cuando comenzaban a sucederse las semanas contigo dentro".

"Al amanecer - apunta Llopart -, subíamos desde allí a la cúspide del Teide a 3.700 metros, y de nuevo comenzábamos a subir y bajar. Subir y bajar. Entonces te dejaban patear desde el Teide hasta Pico Viejo e incluso a nosotros nos dejaban utilizar el teleférico con los propios mecánicos de las instalaciones, con quienes llegamos a estar viviendo unos días arriba del todo en el habitáculo donde se turnaban para pasar la noche y así enfrentarnos a un mayor déficit de oxígeno y producir más glóbulos rojos".

Tras recorrer por primera vez aquellos caminos volcánicos que hoy parecen imposibles, Llopart y Marín bajaron a Serrahima durante la primavera de 1979 para batir el récord del mundo de las dos horas y los 30.000 metros y, antes de sus grandes éxitos, de Moscú, Helsinki y el largo camino que les llevaría hasta Barcelona 1992 y la posterior consagración mundial de la marcha española, las conversaciones sobre aquellos años en los que todo empezó se pierden entre un mundo que ahora parece muy lejano.

Como los primeros entrenamientos juntos bajo la revolucionaria figura de Moisés Llopart y su club de La Seda. El gimnasio en la casa de los Llopart. La gimnasia sueca como epicentro del acondicionamiento físico. Las primeras series en las que Moisés utilizaba a su hijo Jordi como liebre para Marín. Los entrenamientos en plenas vacaciones familiares con Jordi junto a su padre en medio de una autopista en construcción por la que no pasaba nadie más que ellos. Las primeras concentraciones con los dos marchadores compartiendo habitación e incluso bañera. La preparación conjunta de Praga y Moscú. La revolución continua a la que arrastraron al atletismo español, con elementos como la relajación y la visualización como un elemento central del entrenamiento. El paso de Josep Marín a entrenar con Joaquín Lamora. La minuciosidad de Moisés Llopart en el estudio de las fotografías y las grabaciones de los entrenamientos. E incluso el distanciamiento y la posterior rivalidad entre los dos, parte ya del pasado.

Hasta desembocar en sus grandes carreras como entrenadores que llevaron a Llopart a ser el entrenador del primer campeón olímpico de nuestro atletismo (Daniel Plaza) y a reinventar después las marchas mexicana y japonesa, o que permitieron a Marín construir a su alrededor un grupo de marchadores de ensueño por donde han pasado atletas como Valentí Massana, Beatriz Pascual, Santi Pérez, Mikel Odriozola y tantos otros.

Despacio, Llopart termina hablando de la sed. De toda la sed que recuerda de aquellas travesías de cuatro horas. De la soledad de estar entrenando en medio de la naturaleza durante tanto tiempo, rodeado por el canto de los pájaros y aferrado al recuerdo de cómo era capaz de oler y oír el agua, de encontrar un riachuelo junto a la cuneta donde poder beber mientras repetía su único mantra: "Jordi, jo puc, jo puc, jo puc… (Jordi, yo puedo, yo puedo, yo puedo…)".

Y todavía con la fuerza de los campeones en la voz, Marín habla de cómo el gen competitivo les hizo diferentes. De aquella carrera durante su infancia para ver quién daba más vueltas al colegio y donde le tuvieron que detener porque era la hora de cerrar y todos se habían marchado. De la fuerza que siempre le caracterizó. De la fortaleza mental de Jordi. De cómo la competición siempre les motivó y siempre les hizo dar lo mejor de sí mismos, como quien frente a un león no se queda parado y corre más rápido de lo que nunca hubiese imaginado.

"No vivo del pasado. Todas las fotografías, todos los recortes, los metí en el baúl de los recuerdos. Y nunca buscó ahí; tan solo es donde los tengo depositados", responde Jordi Llopart cuando le preguntamos por una imagen de sí mismo como marchador, mientras que nos habla de la tranquilidad de su vida de jubilado en Canet de Mar alrededor de su mujer Sonata y sus hijas de 4 y 7 años, de su marcha de todas las mañanas y el baño diario en su Mediterráneo.

"La verdad es que me gusta muy poco recordarme a mi mismo. Aquel era aquel, y yo soy el de ahora", responde Josep Marín a la misma pregunta, encerrado en su nueva vida en la que el deporte ha vuelto a ser su gran válvula de escape tras el fallecimiento de su mujer hace ya cuatro años: "hay veces que uno necesita refugiarse, y qué refugio conozco yo mejor que el deporte".

Parte de aquel pasado que siempre suele ser un buen lugar para busca las raíces del alma que nos hace seguir siendo quienes somos, nos quedamos por nuestra cuenta con el recuerdo de aquellos lejanos días que ambos compartieron en las faldas de Teide, tan cerca del cráter.

Arriba del todo, viviendo con los operarios del teleférico y en unas condiciones que hoy nos pondrían los pelos de punta, alguna tarde el fuerte viento les impedía salir fuera a entrenar. Lejos de resignarse, en un comedor de unos 30 metros de largo los marchadores colocaban las mesas y las sillas en el centro y, sin tiempo que perder, pasaban horas dando vueltas como una noria.

Como en México, siempre sobre el volcán.

Porque, seguramente, no pudo haber un mejor escenario posible para seguir muriendo en cada entrenamiento, tumbarse después a descansar, soñar bajo las estrellas con todos los éxitos que estaban por venir y volver a nacer con cada amanecer en busca de nuevos kilómetros.


viernes, 1 de junio de 2018

Alimentos para evitar Lesiones

  • Vitamina C para ayudar a sintetizar el colágeno, necesario para tener una articulaciones sanas y y una buena flexibilidad muscular.
    Naranja, limones, pimiento, kiwi, piña
  • Betacarotenos por su poder antioxidante y ayudan a la síntesis del colágeno, para una mejor recuperación muscular. Se puede obtener en frutas y verduras anarnajadas: Naranjas, zanahorias, cúrcuma
  • Vitamina E, por su poder antioxidante. Frutos secos al natural (no tostados, ni fritos) como almendras, nueces, anacardos.
  • Vitamina D, se obtiene de la exposición al sol, con cuidado de hacerlo en horas no peligrosas
  • Zinc, en cereales integrales
  • Cobre, frutos secos, mariscos
  • Agua, para tener todos los músculo y articulaciones bien hidratados y para ayudar a los riñones a expulsar las toxinas del cuerpo

Fuente: Video de Jordi Barri con Valentí SanJuan en "Entreno del dia"